viernes, 12 de octubre de 2007

IMPRIMIR, Espacio

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Tomado de: http://perso.orange.fr/adde.am/An%E1lisis%20textual/An%E1lisis_textual_tiempo_espacio.pdf ====================================

b) El espacio
El espacio suele ser estudiado con relación al tiempo: juntos, representan dos componentes esenciales del relato. El texto narrativo propone un espacio como marco de la historia narrada. Este espacio se construye con palabras y dichas palabras representan nuestra única fuente de información. El texto que se lee representa también un espacio organizado. Tiene en efecto sus propias dimensiones, o sea partes, capítulos, párrafos, sub-secciones, unas secuencias acompañadas por sus espacios blancos o tipográficos.

El espacio referencial
Lo que se llama espacio en el texto narrativo es precisamente una representación de dicho espacio al que uno tiene acceso a través de la lengua, gracias a los elementos léxicos. Este espacio, o espacio referencial, se refiere ya a un espacio que existe realmente, ya a un espacio de carácter no realista o fantástico. De forma general, el relato afirma situarse en un lugar conocido (o toponimia): en una ciudad, un país, etc.
Resulta de ello un efecto de verosimilitud y, por otra parte, de familiaridad o comunicación con el destinatario quien encuentra referencias a lugares que él conoce o cree conocer. Además de la toponimia, cualquier mención de algún paisaje o lugar público o espacio social como un parque, un bar, un teatro desempeñan el mismo papel.
El espacio se construye pues a partir de un sistema de rasgos específicos, que se pueden clasificar en dos categorías opuestas. Se determinarán paradigmas espaciales.

• Puede tratarse por ejemplo de un espacio cerrado vs abierto, interior vs exterior, oscuro vs luminoso, variopinto vs monocromo, accesible vs inaccesible, desierto vs poblado, con o sin nombre, etc. También puede tratarse de un espacio urbano opuesto a otro rural, un espacio terrestre vs acuático, etc.

• Los espacios de transición son también muy interesantes como frontera entre dos espacios (o dos universos): pueden materializarse mediante puertas, ventanas, cristales, calles, etc. Son lugares fronterizos que orientan o modifican el comportamiento de los personajes.

Es evidente que la presencia de una categoría de espacios no implica obligatoriamente la de la categoría opuesta. En este caso, la presencia de un solo aspecto determinado puede resultar significante.
Este sistema de rasgos específicos suele ser definido por unos valores codificados que conviene tener en cuenta. Por ejemplo, para muchos lectores, según los códigos culturales que conocen, un espacio abierto sugiere a menudo un espacio de libertad, mientras que uno cerrado y oscuro ha de remitir a nociones y a imágenes de frustración y sufrimiento. La lista de estos espacios de valores codificados podría ser larga (e inútil). A la inversa, estos espacios de valores axiológicos pueden sufrir algunas modificaciones en cuanto están insertos en el texto que puede, en efecto, construirse proponiendo unos espacios con valores distintos o contrarios a los habituales. Por ejemplo, el espacio de una cárcel que se volvería espacio de libertad, de desarrollo y plenitud resultaría contrario al acostumbrado, y esta inversión de valores le otorgaría al relato caracteres no realistas, hasta fantásticos por ejemplo.

El espacio forma parte plenamente de la historia narrada. Participa en su funcionamiento. Primero puede estar vinculado a un personaje más específico (o a varios) con lo cual habrá que estudiar lo que les relaciona. Luego un espacio puede ir asociado con un tipo de acción importante. Puede referirse a un lugar de memoria, un lugar placentero, puede ser regido por las solas normas de un grupo social determinado, normas que se imponen hasta a aquellos que las desconocen.

La identificación o caracterización de los espacios, así como el examen de las múltiples relaciones que mantienen unos con otros es la primera etapa que hay que realizar cuando se analiza la representación espacial en un texto narrativo. Superada esta etapa, hay que pasar a la lectura simbólica, a los valores simbólicos de dichos espacios. Los espacios pueden estar codificados de entrada. Los diccionarios de los símbolos o de la mitología mencionan esos espacios dotados de una larga tradición de valores simbólicos. Por ejemplo el jardín que está asociado simbólicamente a un lugar paradisíaco, a un Edén. Un cruce es símbolo de elecciones, de destino, etc. Estas concepciones tienen su peso claro en la recepción del relato que, a su vez, puede jugar con ellas, admitiéndolas o transgrediéndolas.

Además de esta codificación impuesta, el espacio puede reunir, gracias a los elementos del texto, rasgos dotados de un profundo valor simbólico, valor que el lector tendrá que construir mediante la información proporcionada por la historia.

El espacio representado no sólo tiene pues una función referencial (que evoca un espacio extra-textual) sino que constituye también el marco de una historia y por eso contribuye a su significado. Hacer una lectura simbólica de un espacio no significa tomar un elemento de este espacio y atribuirle un significado codificado, sino tratar de ver cuáles son los significados simbólicos posibles de dicho espacio los que corresponden a sus características dentro del texto y a su relaciones con otros elementos de dicho texto.

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